El estadio Jaime Morón volvió a iluminarse con pirotecnia en el juego entre Real Cartagena y Barranquilla FC, en el tercer partido como local bajo la dirección técnica de Martín Cardetti. La escena, que parecía olvidada, revivió la emoción en las gradas, donde los aficionados celebraron con júbilo el regreso del espectáculo, no solo en el terreno de juego, sino también en el ambiente.
La entrada del equipo auriverde fue recibida con luces multicolor que cubrieron el cielo cartagenero, acompañadas por los gritos emocionados de una hinchada que nunca deja de soñar. La presión del llamado “jugador número 12” se hizo sentir desde las tribunas, mientras los fanáticos alentaban sin cesar para que el equipo sumara puntos vitales en su camino hacia la anhelada primera división.
La pirotecnia también marcó el retorno de los funcionarios de la administración distrital y departamental al estadio, una señal que muchos interpretan como el renacer de la esperanza institucional en torno al equipo. Su presencia en el coloso de la Ciudad Deportiva simboliza un respaldo que había estado ausente en otros momentos críticos de la historia reciente del club.
Real Cartagena sigue en su lucha por el ascenso, y con gestos como este se renuevan las energías de una hinchada que ha soportado 13 años de ausencia en la primera “A”. La combinación entre espectáculo, compromiso técnico y respaldo institucional empieza a devolverle a la ciudad la fe en un equipo que representa su identidad y orgullo deportivo.
La figura de Martín Cardetti al mando del club ha traído un aire renovador. Este tercer encuentro como local no solo se vivió como un juego más, sino como una fiesta deportiva que reactivó emociones dormidas y encendió la ilusión de volver a lo más alto del fútbol colombiano.
Con cada partido en casa, Real Cartagena vuelve a llenar de color su camino, cargado de historia, pasión y el anhelo intacto del ascenso. La pirotecnia no fue solo un espectáculo visual: fue el reflejo de un sentimiento colectivo que arde con más fuerza que nunca.
