En un momento de tensión nacional, altos representantes del Estado colombiano firmaron un compromiso para desarmar la palabra y rechazar la violencia. El acuerdo, considerado un gesto histórico, se suscribió en la Curia Arquidiócesis de Bogotá durante un encuentro promovido por la Iglesia Católica, a través de la Conferencia Episcopal de Colombia.
Doce representantes de diferentes organismos del Estado se reunieron alrededor de una mesa redonda en un ambiente de escucha activa, respeto mutuo y disposición al diálogo. El evento incluyó un almuerzo que sirvió como espacio para compartir visiones y reafirmar compromisos con la democracia, el respeto por la vida y la paz.
“Nos comprometemos juntos e invitamos a todo el país a escucharnos, valorarnos y respetarnos en hermandad; a desarmar y armonizar la palabra; y a rechazar todo tipo de violencia”, indica el texto firmado por los representantes estatales, quienes decidieron alzar su voz por la reconciliación y el entendimiento nacional.
El acto fue descrito como una respuesta urgente ante el contexto actual de “profundas tensiones, contradicciones y transformaciones” que atraviesa el país, así como una invitación abierta a todos los ciudadanos a replicar este tipo de encuentros en sus comunidades, territorios e instituciones.
Durante la jornada, los participantes elevaron una oración por la vida de Miguel Uribe Turbay, en solidaridad con sus familiares, y por todas las personas que en los distintos rincones del país sufren hoy las consecuencias de la violencia. La referencia simbólica al dolor colectivo recordó la necesidad de reenfocar el debate político hacia caminos pacíficos y democráticos.
Este compromiso, impulsado por la Conferencia Episcopal, busca no solo llamar a la conciencia individual y colectiva, sino también posicionar el lenguaje como herramienta para construir país, prevenir conflictos y fortalecer el tejido social.
“Llamamos a mantener viva la esperanza en nuestro país e invitamos a que este tipo de encuentros se repliquen en los espacios donde sea necesario”, concluye el documento que busca resonar más allá de la capital y convertirse en una práctica transformadora en todo el territorio colombiano.
La Iglesia Católica, como facilitadora del diálogo, reitera su papel en la construcción de paz desde la espiritualidad y la acción pastoral. Este tipo de iniciativas, que ponen al lenguaje como eje del respeto, pueden marcar el inicio de un ciclo distinto en la vida pública del país, donde la palabra sea un puente y no un arma.
Colombia necesita hoy más que nunca espacios de conversación sincera y respetuosa. Este gesto de las instituciones debe inspirar al resto de la sociedad a revisar su forma de interactuar, a rechazar la violencia en todas sus formas y a defender la vida, la dignidad y la unidad nacional como principios innegociables.

Altos representantes del Estado colombiano firmaron un compromiso por la paz, desarmando la palabra y rechazando la violencia. El acuerdo, promovido por la Iglesia Católica, se firmó en Bogotá e invita a replicar estos espacios de diálogo en todo el país. Un llamado a escuchar, respetar y preservar la esperanza nacional.