El Papa Francisco, líder espiritual de la Iglesia Católica y símbolo de humildad, justicia social y fe viva, falleció a las 7:35 de la mañana en la Casa Santa Marta, según anunció el cardenal Kevin Joseph Farrell, Camarlengo de la Santa Romana Iglesia.
En un mensaje cargado de emoción, Farrell expresó que el Pontífice “regresó a la casa del Padre”, destacando que dedicó toda su vida al servicio del Señor y de Su Iglesia. Como Obispo de Roma, Francisco se convirtió en un referente moral global, con una voz firme en defensa de los más pobres, migrantes, víctimas de violencia y del medio ambiente.
“Nos enseñó a vivir los valores del Evangelio con fidelidad, valentía y amor universal”, señaló el Camarlengo. Su pontificado, iniciado en 2013, marcó un cambio de rumbo hacia una Iglesia más cercana, reformadora y comprometida con los desafíos del mundo moderno.
Durante más de una década, el Papa Francisco inspiró a millones con su estilo pastoral sencillo, su capacidad de diálogo con otras religiones y su apertura hacia temas complejos como la inclusión, la paz y la protección de la creación. En cada uno de sus gestos, predicó con el ejemplo, eligiendo la misericordia sobre el juicio y la escucha sobre la imposición.
El mundo católico y la comunidad internacional se preparan ahora para rendir homenaje a una figura histórica. Su fallecimiento activa los protocolos eclesiásticos, incluyendo la convocatoria del Cónclave para la elección de un nuevo Papa, aunque por ahora, los ojos y corazones se centran en el legado humano y espiritual de Francisco.
El Papa Francisco fue una guía luminosa en tiempos de oscuridad, una voz de esperanza y verdad en medio del dolor. Su muerte deja un vacío inmenso, pero también una huella profunda en la historia de la Iglesia y del mundo.
